En los años ’60, la fábrica tomó un nuevo rumbo cuando Mauricio, hijo de Morduch, se graduó como ingeniero mecánico. Junto a su tío Folke y un operario de la empresa, fundaron EMMA (Empresa Metalúrgica Mercantil Argentina). Años después, Mauricio quedó como único propietario y la empresa pasó a llamarse Termomecánica Adiabatic, especializándose en torres de enfriamiento de agua y enfriadores de aceite. La empresa creció considerablemente y tomó un papel clave en la expansión de la industria del plástico en Argentina.
El destino golpeó temprano. En 1968, Mauricio falleció súbitamente, muy joven y en pleno auge profesional. Su esposa, Feigue, tomó las riendas de la fábrica con determinación y la dirigió exitosamente durante más de 50 años. Supo sostener y hacer crecer la empresa, adaptándose a los cambios de la industria y las sucesivas crisis. Durante casi dos décadas, contó con el apoyo de su hijo, el ingeniero Marcelo Lubocki, quien fue clave en la modernización de los modelos producidos. También la acompañó Folke, abriendo cada mañana la puerta hasta sus últimos días.
Pero el tiempo impuso sus propias reglas. La muerte de Néstor, un operario clave, la pandemia y el deterioro de la salud de Feigue hicieron imposible continuar. Las máquinas fueron subastadas. La fábrica cerró sus puertas.
A finales de 2021, los descendientes comenzaron el desarme. Décadas de historia flotaban en el aire, atrapadas en el hierro oxidado, el aceite industrial y montañas de papeles y fotografías.
Surgió entonces una disyuntiva: vender o transformar. Se soñó con mutar.
La rueda siguió girando. Amigos y amigas se acercaron, atraídos por la energía del lugar. Se trabajó la tierra, dura pero fértil, con el deseo de sembrar algo nuevo. Un espacio de puertas abiertas, donde el pasado dialoga con el presente, invitando a la creación, el encuentro y la imaginación.